DÍA 3 DE CAMPAMENTO (26 DE JULIO)
¡Aliens, robots y mascotas!
Este día comenzó algo más tranquilo. Los niños y niñas se despertaron con un poco de pereza, pero nada que un buen desayuno no pudiera solucionar.
Después de coger energía, activamos el cuerpo con unos bailes divertidos que nos pusieron en marcha y nos arrancaron más de una sonrisa.
Para evitar el calor, nos trasladamos al pabellón, donde realizamos dinámicos juegos deportivos: lanzamientos de aros, tiros a canasta, juegos de pillar… ¡nos lo pasamos genial! Terminamos sudando pero felices, y un yogur fresquito fue el premio perfecto para refrescarnos.
Después de un pequeño descanso, llegó una actividad muy esperada: ¡la robótica! Pudimos conocer el sistema de funcionamiento de un robot y programar sus movimientos sobre un tablero. Grandes y pequeños y pequeñas se convirtieron en ingenieros e ingenieras por un día.
Con la mente llena de ideas y algo de hambre, llegó la hora de la comida. Tras ella, tuvimos tiempo libre para hacer lo que más nos apeteciera: llamar a casa, jugar en el parque, pasear, descansar o simplemente charlar con amigos y amigas.
Por la tarde nos separamos en grupos para hacer unos murales muy creativos, utilizando diferentes materiales y técnicas. Cada grupo aportó su estilo y personalidad, y los resultados fueron espectaculares.
Pero lo que no esperábamos era… ¡una invasión alienígena! Unos científicos aparecieron pidiendo nuestra ayuda para resolver unos enigmas. Teníamos que averiguar si los extraterrestres venían en son de paz. Después de muchas pistas y trabajo en equipo, descubrimos que, por suerte, venían a compartir conocimientos y no a invadirnos. ¡Menuda aventura!
Ya más relajados, nos fuimos a duchar y cenar. Pensábamos que el día no podía sorprendernos más, pero mientras leíamos las cartas del buzón, aparecieron nuestros amigos Quimi y Bombi muy preocupados: ¡la mascota de Quimi, la araña Carmela, se había perdido! Nos pidieron ayuda y, como siempre, nos pusimos manos a la obra. Tras una búsqueda intensa y muchas risas, conseguimos encontrarla. ¡Ole, ole y ole!
Con el corazón contento y las emociones a flor de piel, nos fuimos a dormir sabiendo que un día más habíamos vivido nuevas aventuras, aprendido cosas nuevas y compartido momentos inolvidables.
